VINOS
Y TAPAS
Si
digo que en Geras de Gordon también hay prieto picudo, me dirás, EXAGERAS y ese
es precisamente el nombre de una elaboración muy particular y atractiva de una
amiga y colega, hablamos de Natalia Ordoñez.
La familia Ordoñez es más conocida por su tradición gastronómica.
En los años 50 se empezó a forjar partiendo de una tienda de ultramarinos, lo
que hoy en día nos encontramos en el Geras, una fábrica de embutidos con la última
tecnología y un acogedor restaurante con punto de venta directa donde degustar
todas esas maravillosas viandas que con tanto cariño y desde hace tanto tiempo
vienen ofreciendo.
En sus instalaciones dan trabajo a más de 20 personas y
en la que se ven inmersas las familias de los tres hermanos descendientes de
los primeros fundadores y que poco a poco van dando el relevo a la tercera
generación.
Embutidos Entrepeñas es un proyecto ambicioso y con unos
cimientos muy sólidos basados en la calidad del producto elaborado, partiendo
de una buena materia prima y unas condiciones geográficas que hacen del clima
un factor muy importante en la curación de los embutidos.
Gracias al bien hacer de la familia Ordoñez, hoy en día tienen una amplia presencia, no solo en León, con cuatro puntos de venta, sino que también en Asturias con tres tiendas y otros puntos de venta a nivel nacional, Madrid, Barcelona, A Coruña…
El futuro es prometedor y en estos momentos se encuentran
inmersos en una serie de reformas para obtener una certificación que les permita
exportar sus productos fuera de España, debido a la gran demanda que están
teniendo de muchos lugares de Europa.
El porque de este desarrollo y expansión, viene de la
mano de la calidad, como no podía ser de otra manera, durante mi visita a las
instalaciones en las que me sentí como en casa, pude saborear de primera mano
las exquisiteces que de allí salen:
En primer lugar hablar de Geras y no mencionar su
chorizo, es como ir a Zaragoza y no ver la Pilarica, el chorizo de Geras es casi una marca, elaborado y curado en unas
condiciones climatológicas especiales que se dan entre estas peñas, esta curado
al humo y con un paladar potente y sabroso y como esta familia tiene las cosas
claras, lo que ha inventado son las tarrinas de chorizo de untar, una alternativa muy atractiva y deliciosa, la
variante picante esta de muerte, doy fe.
Otro producto destacado y novedoso, es la morcilla en tarrinas, morcilla
especiada y con un sabor característico que la diferencia del resto y al igual
que el chorizo, se presenta en envases autoclavados para poder consumirla en
cualquier momento del año.
No podía dejar pasar la cecina, perteneciente a la I.G.P. “Cecina de León” hasta mi visita
a Geras tenia claro cual era la cecina que más me gustaba, pero después de
probar la cecina de Entrepeñas, lo tengo mucho mas claro, la finura, elegancia
y suavidad que le aporta las vetas de grasa infiltrada en la pieza de cecina,
hacen de esta cecina la “Pata Negra” de las cecinas. El sabor potente, diferenciado
y sabroso hacen de este producto, todo un manjar de la Gastronomía Leonesa, que
también esta disponible en formato crema de cecina.
Por no hacer de este artículo la lista de los Reyes
Godos, decir que en sus tiendas podéis ver todas las referencias de las que
disponen, lomos, salchichón, lengua, costillas, jamones… en múltiples variables
y todas por supuesto de una gran calidad.
Cambiando un poco de tercio y después de hablar de la
tapa, vamos a centrarnos en el vino, el complemento perfecto que le faltaba a
la empresa familiar Entrepeñas. El toque familiar se la da en este caso Natalia
Ordoñez.
Natalia Estudio Ingeniero Técnico Agrícola en la
Universidad de León, después comenzó Tecnología de los Alimentos en León y
termino en Madrid, donde realizo el Máster de Enología y Viticultura en la
Universidad Politécnica de Madrid. Después de sus años de formación, se fue a
coger experiencia a Sudáfrica, Argentina y finalmente Francia, de donde volvió
a Geras a engancharse en el proyecto familiar y realizar sus propias
elaboraciones.
En el 2010 comenzó a elaborar de manera artesanal sus
propios vinos, con las variedades Prieto Picudo y Tempranillo, a veces como
monovarietales y otras haciendo coupage.
El vino que voy a catar es un monovarietal de Prieto
Picudo, fermentado en acero inoxidable y crianza en barrica bordelesa de roble
francés.
Desde la presentación, al vino, pasando por la etiqueta y
el entorno en el que se elabora, creo que es uno de los proyectos mas
apasionados que he visto dentro de la provincia de León.
La botella es troncocónica robusta, color musgo, con una
capsula en color rojo y una etiqueta original y atractiva. La etiqueta es negra
mate con relieve en los extremos superior e inferior, representando las
montañas leonesas y debajo del nombre del vino EXAGERAS, un cerdo realizado con
raspones que une las dos pasiones de Natalia, el mundo del vino y del embutido.
Etiqueta innovadora, con sentimiento, joven y atrevida.
El color del vino es espectacular y habla bien de la
materia prima y de su tratamiento, se aprecia una intensidad alta de color,
indicando que de las uvas se extrajo el potencial y la estructura para poder
tener una larga vida. Tonos rojo cardenalicio con reflejos y ribetes
amoratados.
La nariz se presenta cambiante e “in crescendo”, la
primera sensación es de madera nueva y de buena calidad, mezclada con fruta
madura como ciruela negra y frutas rojas del bosque, destacando la frescura de
la mora y frambuesa. Aparecen toques balsámicos y especiados, pimienta negra,
anises, mentolados… según pasa el tiempo y volvemos a olerlo, los aromas van
cambiando y aparecen notas de torrefactos, mezclados con tofes y recuerdos a fruta
compotada, hierbas aromáticas y pan de higo.
Después de lo visto y olido anteriormente, el vino no
podía fallar en boca y no me equivoco, tiene una entrada aterciopelada, con
sensaciones golosas de la fruta compotada y del tostado de la madera junto con
la propia glicerina del vino. El paso por boca es amplio y redondo, no se nota
calidez ni sensación alcohólica pese a la graduación, la acidez esta bien
entrelazada con el resto de parámetros, haciendo un paso largo y persistente.
Los
sabores a fruta madura, ciruela y mora, junto con las notas del tostado de la
barrica, los especiados y la regaliz, hacen de este vino un vino de largo
recorrido, como yo les denomino, un vino que abres al principio de la comida y
no solo te acompaña hasta el final de esta, sino que se adueña de la sobremesa
y no dejas de disfrutar y de ver matices nuevos que van apareciendo según se va
abriendo el vino.
Estamos
ante una gran elaboración de Prieto Picudo y creo que este es el camino de los
tintos. Tintos complejos, amplios y potentes, con buena base y sobretodo
materia prima, para que cuando lleguen a nuestra copa nos seduzcan y esa
potencia se convierta en sutileza y armonía para los sentidos.
Mi
enorme agradecimiento a Rosi y Natalia y por extensión al resto de la familia,
por el buen trato y por hacerme sentir como en casa. GRACIAS.
SALUD!!!
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